Miguel Ángel García Valero
El casamiento del Infante Don Luis de Borbón con María Teresa de Vallabriga el 27 de junio de 1776 en Olías del Rey (Toledo) supuso que abandonase su palacio de Boadilla para siempre. Carlos III, su hermano, preocupado porque su sucesor fuese su hijo Carlos y considerando indigno el matrimonio de un miembro de la familia real con alguien de inferior rango, ideó una Pragmática Sanción, publicada el 27 de marzo de 1776, y unas condiciones en el matrimonio de su hermano Don Luis, que implicaron el alejamiento de este y su familia de cualquier sitio real.
El infante Don Luis dejó reflejado en su testamento su voluntad de ser enterrado en la capilla de su querido palacio de Boadilla, sin embargo esta voluntad no fue atendida por su hermano el rey, que le obligó a ser enterrado en el Santuario de San Pedro de Alcántara en Arenas de San Pedro (Ávila). Posteriormente, su sobrino Carlos IV, el año de 1800, permitiría el traslado de los restos del infante al panteón de infantes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Así pues, el Infante Don Luis no volvió a su palacio de Boadilla ni después de muerto. Ante esta desdichada situación, desde hace unos meses en el ayuntamiento de Boadilla del Monte consideramos la posibilidad de resarcir a Don Luis de Borbón y dentro del proyecto de restauración que se está llevando a cabo y siguiendo el plan de usos de nuestro conjunto palaciego, contemplamos la posibilidad de que el infante volviese a un lugar destacado de su palacio.
Gran parte de los ejes del plan de usos del palacio se articulan en torno al uso de las últimas tecnologías para expresar diferentes contenidos culturales y artísticos, y que mejor que el infante Don Luis fuese el primero.
Tras contactar con tres empresas especializadas contratamos a la empresa “MADFABER, art fabrication” con más de 20 años de experiencia y que trabajan en colaboración con artistas y diseñadores, tanto nacionales como internacionales, para ejecutar obras de arte. Nuestra intención era crear un busto del Infante en piedra pero no existía ninguno que sirviese de referencia. Así pues, partimos de una imagen bidimensional del Infante Don Luis: el retrato que pintó su amigo Anton Raphael Mengs en 1775, el año anterior a abandonar su palacio de Boadilla, y que actualmente se encuentra expuesto en el Museo de Arte de San Diego (California).
Tras digitalizar este cuadro se generó una imagen digital tridimensional, trabajando con diferentes programas informáticos y las partes menos visibles del cuadro se corrigieron consultando documentación histórica, como así ocurrió con la parte trasera del peinado.
Tras la obtención de la imagen digital definitiva se pasó a la parte física del proyecto. Se obtuvo un bloque de mármol de Carrara (Toscana, Italia) en el que previamente se había encajado el volumen de lo que sería nueva escultura del infante y comenzó la fase más delicada del proyecto: el fresado del bloque de mármol controlado por un ordenador y siguiendo la pauta de la imagen tridimensional generada del Infante.
El fresado se realizó con puntas de diferentes grosores y en varias pasadas o fases que permitieron ir precisando cada vez más el acabado final. El resultado era espectacular, si bien los remates y pulidos finales debieron ser ejecutados por manos expertas.
La instalación de esta imagen del infante debía ocupar un lugar privilegiado y la instalamos en la hornacina del Hall de entrada del Palacio, delante del también nuevo mostrador de recepción, dando la bienvenida a todos los visitantes. Así, una mañana del pasado mes de abril el Infante Don Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio volvió a su palacio.
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