Miguel Ángel García Valero
Se conocen 142 cartas escritas entre 1775 y 1801 por Francisco de Goya a su amigo Martín Zapater y Clavería, a quien llegó a retratar en 1790 y 1797, en las que fundamentalmente se trata de las relaciones familiares, amistades, noticias sobre ciertos hechos, en definitiva, el contenido de la correspondencia habitual entre dos grandes amigos. Sin embargo, estas cartas en ocasiones incorporan información interesante para conocer la vida y obra de este insigne pintor. Los estudios y análisis de estas cartas son abundantes y han generado una extensa bibliografía al respecto.
Goya y Zapater se conocieron en Zaragoza durante su juventud y mantuvieron una intensa relación de amistad hasta el fallecimiento de este último. Zapater fue un importante terrateniente y prestamista que amasó una considerable fortuna que le permitió dedicarse a la actividad pública y política en Zaragoza desde profundas creencias en el movimiento ilustrado, llegando a ocupar papeles destacados en la Real Sociedad Económica de Amigos del País en Aragón y en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, también fue elegido Diputado del Común y Regidor del Ayuntamiento de Zaragoza.
En el caso que nos ocupa, hay una serie de cartas que hablan de primera mano y expresamente del Infante don Luis en relación a diferentes aspectos, que nos aportan una información interesante sobre nuestro protagonista. Goya paso los veranos de 1783 y 1784 en el palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro, donde el Infante había comenzado a construirse su nuevo palacio tras la salida del de Boadilla del Monte. Goya había sido contratado por parte del Infante para que realizase una serie de retratos de los miembros de su familia. Varias son las circunstancias a las que aluden los investigadores sobre el inicio de la relación del infante con el pintor. Algunos abogan por que el conde de Floridablanca, por entonces Secretario de Estado y que mantenía buena relación con el Infante, recomendaría a este joven y prometedor pintor tras su reciente retrato de 1783. Otros aluden a la posibilidad de que Goya hubiese disfrutado de las fiestas que se hubiesen organizado en el palacio de Boadilla a las que acudían numerosos artistas, y por lo tanto se conociesen desde entonces. Algunos indican la posibilidad de que Goya fuese introducido en la corte abulense del Infante por mediación de su amigo el arquitecto Ventura Rodríguez, artífice de la Santa Capilla de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza (1750-1765), quien habría conocido al artista tras realizar las pinturas de la bóveda del Coreto del mismo templo en 1772. Con todo, la opción más viable apunta a que tanto Marcos del Campo, cuñado de Francisco de Goya tras su matrimonio con María Bayeu en 1783, como su hermano de Francisco del Campo, secretario de cámara, gentilhombre y guardarropía de María Teresa de Vallabriga y Rozas, esposa del infante, con quien al parecer debió mantener relaciones amorososas, pudieron ser los introductores del pintor aragonés en la corte del Infante don Luis.
Autores como J. M. Arnaiz, A. Montero y el biógrafo del infante Emiliano Herráez señalan que Marcos del Campo era un oficial administrativo adjudicado a la casa del Infante don Luis que vivió en la corte de Arenas de San Pedro y que en 1781 viajo a Roma para recoger un cuadro de Rafael de Urbino que había adquirido Antón Mengs para el Infante, situación que podría resultar extraña ya que el pintor bohemio había fallecido en 1779.
La carta más antigua está escrita en Madrid y fechada en marzo de 1783 y en ella relata que su cuñada María Bayeu se ha casado por mediación suya con Marcos del Campo. Lo interesante de esta carta es que dice que Marcos del Campo es “muy progsimo a ascender por su Hermano que esta con el Ynfante Don Luis y es el amo y dicen que onbre de gran talento”, refiriéndose al hermano de éste, Francisco del Campo. Algunos autores han aludido a que los tres últimos años del Infante (1783-1785) en el palacio de la Mosquera de Arenas de San Pedro la relación con su esposa era muy tensa y conflictiva, llegando a ser injuriado y vejado por aquella, quien encontraba su apoyo en Francisco del Campo. De esta última circunstancia podría devenir que Goya dijese que el hermano de su cuñado “es el amo”.
La siguiente carta también esta escrita en Madrid y en este caso fechada el 20 de septiembre 1783 y sin duda alguna es la mas interesante en relación con el Infante don Luis, quien llamó pintamonas al propio Goya según nos relata éste. Se trata de una carta escrita a su regreso del palacio de la Mosquera, tras pasar un mes con el Infante y su familia. Cuenta que en esta ocasión ha realizado los retratos de Infante, su esposa y sus hijos Luis María y María Teresa, con los que han quedado muy satisfechos, especialmente después de que otros pintores anteriormente realizasen tareas similares con las que el Infante no estaba complacido. La relación de Goya con esta familia debió ser muy cordial y amigable, tanto que incluso Goya salió de caza con el Infante en un par de ocasiones y que éste dijo del pintor que tiene buena puntería. De ellos nos comenta que son “unos ángeles, me han regalado mil duros y una bata para mi mujer toda de plata y oro que bale treinta mil reales, según me dijeron allí los guarda ropas” y que han sentido mucho su partida, tanto que le manifestaron que tenía que “volver lo menos todos los años”. El Infante puso a disposición un coche para que volviese a Madrid e incluso le concedió a su hermano Camilo una capellanía en Chichón (se ordenaría en 1785), de donde recordemos el Infante era conde, esto último seria a petición del propio Goya quien dice a Zapater sobre este asunto “esto resérbatelo porque aún no esta despachado”. De todo lo anterior deducimos, casi una relación de amistad más que una relación entre pintor y retratado, en la que muy muy probablemente jugaría un papel importante el aislamiento sufrido por el Infante y su familia en la villa de Arenas de San Pedro, deseosos de recibir visitas.
El 2 de julio de 1784 volvemos a encontrar otra carta de nuestro interés. Escrita en Madrid nos relata que “aun no he acabado el retrato a caballo de la Señora del Ynfante pero le falta poco”. Entre junio y octubre de 1784 Goya volvió a pasar una larga temporada en Arenas de San Pedro, en esta ocasión acompañado de su esposa embarazada y alojados en la casa de oficios inmediata al palacio de la Mosquera. El motivo de la estancia es terminar el cuadro iniciado el año anterior que representa a toda la familia (hoy en la Fundación Magnani Rocca de Parma) y otros retratos, como el de María Teresa de Vallabriga a caballo, hoy en día perdido y cuyo boceto se conserva en el Museo de los Uffizi en Florencia.
La siguiente carta es del 13 de octubre de 1784, escrita también en Madrid donde Goya dice que ha estado “sirviendo al Serenísimo Señor Ynfante Don Luis; sería muy largo el decirte las satisfacciones que le he merecido, he muerto allí muchísima perdiz, pues me dio permiso para ello, he sentido muchísimo que me hiciesen benir á Madrid, con motivo de mandar el Rey se concluya la Yglesia de San Francisco”. Goya muestra su satisfacción por que el Infante le ha pagado treinta mil reales por los cuadros y a su esposa “la hiciesen subir a Palacio y aconpañarla enseñándole lo vistoso de él”. Una vez más, Goya traduce una magnífica relación con el Infante y su familia tras pasar una larga temporada en su compañía, sin embargo conviene señalar que no se aloja en el palacio si no en la vecina casa de oficios, como el resto de los sirvientes, lo cual denota que si bien la relación debió ser buena, el Infante mantuvo las distancias protocolarias con el “pintamonas”, que en aquel momento era un pintor en ascenso y no dejaba de ser un servidor más.
El 30 de marzo de 1785 volvemos a encontrar otra carta interesante en la que Francisco de Goya es muy explícito con la deteriorada salud del Infante “el pobre Ynfante Don Luis no pudo salir, que esta muy malo oy le he besado la mano por despedida que se ha marchado á su casa media ora antes que el Rey á Aranjuez. Y según lo he visto estos días que parece que tenía gusto de berme a menudo y observado no escapa de esta y lo mismo opinan otros”, meses más tarde fallecería el infante el 7 de agosto. Esta cita de Goya se refiere a la visita del Infante don Luis el 23 de marzo a la corte madrileña con motivo del enlace matrimonial de su sobrino el infante Gabriel, hijo de Carlos III, con Mariana Victoria de Portugal, hija de Pedro III. El día 29 por la mañana se celebro el besamanos en el Palacio Real y por la tarde toda la familia Real dio gracias a la Virgen en el convento de Atocha, acto este último a que se refiere Goya al que no pudo acudir el Infante don Luis debido a su estado.
Recordemos que tras el matrimonio del Infante don Luis y la promulgación de la Pragmática Sanción de 1776, éste y su familia sufrieron un exilio que impedía su presencia en cualquier Sitio Real. El propio Infante acudía a la corte en contadas ocasiones y regularmente para festejar tanto la onomástica como el cumpleaños de su hermano Carlos III, esto es, el 4 de noviembre, festividad de San Carlos Borromeo, y el 20 de enero. Las visitas del Infante implicaban un protocolo que conllevaba en primer lugar la solicitud expresa y escrita del propio Infante para acudir en las fechas señaladas, y por otra parte la organización del viaje que suponía que desde la última posta el desplazamiento se realizaba en coche real y una partida de guardias de Corps.
El 27 de junio de 1786 Francisco de Goya en nueva misiva a Zapater nos aporte un dato curioso: “tu escopeta tengo en casa que me he cansado de que estuviera en casa del Arcabucero. Dispondras lo que gustes que con motivo de la abundancia que ha habido de las de el Ynfante don Luis a desesperado mas su salida”. El texto se refiere a que Zapater había enviado a Goya una escopeta para que la vendiese en Madrid, sin embargo, tras el fallecimiento del Infante Don Luis su esposa había puesto a la venta gran parte de la ingente colección de armas de su esposo, de ahí la dificultad de la venta de la escopeta de Zapater. María Teresa de Vallabriga, ya viuda, con objeto de congraciarse con su cuñado Carlos III le ofreció varios regalos que habían sido propiedad de su esposo como, caballos, cabras “de Angola” con cuyo pelo cada año se realizaba un abrigo y las mejores escopetas. Finalmente, Carlos III adquirió cuatro escopetas, dos realizadas fuera del reino y otras dos ejecutadas por los armeros Francisco López y José Soto. Por su parte, el Príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, adquirió veinte arcabuces y nueve su hermano el Infante don Gabriel.
Como hemos podido ver el análisis de las cartas de Francisco de Goya a su amigo Zapater están cargadas de datos interesantes que nos aportan luz sobre diferentes aspectos del Infante don Luis, con quien se evidencia que mantuvo una relación escasa los últimos años de su vida pero de cierta intensidad.
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