Principales órdenes y condecoraciones del infante don Luis

Principales órdenes y condecoraciones del infante don Luis

Miguel Ángel García Valero

Historiador y arqueólogo

Las órdenes militares o de caballería surgen en la edad media con un evidente carácter religioso y militar, época en la que tendrán un gran desarrollo, sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII su significado será casi exclusivamente honorífico y de distinción social, estando muy vinculadas con el clero y sobre todo con la nobleza. Entre las numerosas órdenes existían y existen algunas de mayor honor y dignidad ya sea por la escasez y singularidad de sus miembros, ya sea por la autoridad que las otorga. El infante Don Luis como hijo de rey y hermano de otros tres reyes no fue ajeno a estas circunstancias y gozó de pertenecer a las más importantes órdenes de su momento, que conocemos, entre otras cosas, gracias a las condecoraciones que muestra nuestro protagonista en sus diferentes retratos y que aquí reseñamos. De igual modo, como arzobispo de Toledo y de Sevilla también perteneció a las órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, lo cual será objeto de otro análisis.

La Orden del Espíritu Santo (abolida definitivamente en 1830) era la primera orden de caballería francesa y se sitúaba entre las de más alto rango en Europa junto al Toisón de Oro y la Jarretera. Fue instituida en 1578 por Enrique III, rey de Francia, durante las denominadas Guerras de Religión, razón por la cual la Orden tendría un número establecido de cien caballeros considerados por el rey para la mejor defensa militar y religiosa de Francia. Las insignias propias de esta Orden son un collar de oro, una banda color azul celeste, una placa y una gran cruz, esta última de ocho brazos, esmaltada en color blanco y verde y flores de lis en los ángulos. En el centro la cruz incorpora una paloma de plata.

El retrato realizado al infante Don Luis niño en 1731 por Jean Ranc en Sevilla, ya se muestra con la banda azul celeste de la Orden de Espíritu Santo. Esta circunstancia avala como la buena relación familiar suponía el habitual intercambio de Órdenes entre los monarcas francés e hispano, el primero enviaba al rey, príncipes e infantes la Orden de San Miguel y la del Espíritu Santo, mientras que el rey de España remitía la Orden del Toisón.

El Infante Don Luis fue investido con el Toisón de oro en 1735 el mismo año de su nombramiento como arzobispo de Toledo. El origen de esta Orden de caballería, una de las más prestigiosas y antiguas, se retrotrae a 1429 cuando es fundada por Felipe III, duque de Borgoña, a semejanza de la orden de la Jarretera. Tras la Guerra de Sucesión se separaron y distinguieron dos ramas o dinastías vinculadas con esta orden: la casa de Habsburgo y la casa Borbón (cuyo gran Maestre es el rey de España Felipe VI), división que se mantiene hoy en día. Los emblemas de esta orden se concretan en un collar de oro con el vellocino y la insignia de cuello con el mismo motivo.

El infante portará la insignia del Toisón en prácticamente todos sus retratos y en algunos el collar de oro de la orden, como en la pintura de Louis-Michel Van Loo de 1737 (Museo del Prado) y en otro retrato anónimo conservado en el Museo Lázaro Galdiano.

Por su parte, la Real Orden de San Jenaro de gran vinculación con la religión católica, se trata de una orden de clara filiación borbónica fundada en el siglo XVIII por Carlos III, hermano mayor del Infante Don Luis, durante su etapa como Carlos VII rey de Nápoles y de las Dos Sicilias. La orden de caballería se constituyó en 1738 para celebrar el enlace matrimonial entre María Amalia de Sajonia y Carlos VII, quien será su primer gran maestre. Esta Real Orden se concedía a caballeros distinguidos que recibirían el trato de excelencia. Las insignias propias de esta Orden son un collar de oro, una banda color rojo, una placa y una gran cruz, esta última de ocho brazos, esmaltada en color blanco con llamas en color rojo y flores de lis en los ángulos. En el centro la cruz incorpora una imagen de San Jenaro con dos ampollas que contienen su sangre y el lema “In Sanguine foedus” (pacto de sangre). Recordemos que este santo es el patrono de Nápoles y que goza de gran advocación, cuya celebración tiene lugar el 19 de septiembre en que se produce la licuefacción de la sangre del santo contenida en una ampolla de vidrio.

Los retratos del Infante don Luis en los que porta la faja roja y la gran cruz de San Jenaro son el de Antonio González Ruiz (colección Particular) y el que pinta Antón Raphael Mengs en 1769 (museo de Arte de San Diego).

Por último, nos encontramos la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, orden de caballería creada mediante real cédula de 19 de septiembre de 1771 por este rey, probablemente como gratitud por el nacimiento de su primer nieto el infante Don Carlos Clemente, que fallecería en 1774. Esta distinción es la de mayor importancia civil en España y su objetivo fue condecorar a las personas que habían favorecido especialmente a la corona y al país, de ahí que su lema sea “virtuti et merito” (a la virtud y mérito). Hoy en día tiene por objeto recompensar a los ciudadanos que con sus esfuerzos, iniciativas y trabajos hayan prestado servicios eminentes y extraordinarios a la Nación. Las primeras investiduras tuvieron lugar el 7 de diciembre de 1771 y entre ellas tuvieron lugar las de todos los infantes y otros 39 caballeros. Hoy en día, el gran Maestre de la orden, como a lo largo de toda su historia, es el rey de España.

Los componentes de la Orden se dividían en dos clases, unos con la denominación de Caballeros Grandes Cruces (no más de sesenta individuos) y otros con la de Caballeros pensionados (doscientos individuos). El infante Don Luis como Caballero Gran Cruz portará las insignias propias de la Orden: la banda ancha de color azul celeste con perfiles blancos (en 1792 se modificará por tres bandas de similar ancho, siendo la central blanca y las laterales azules, que persiste hasta hoy en día) y la cruz que era muy similar a la de la orden de Santi-Spiritus, con la diferencia de que en el centro se incorporó la imagen de la Virgen de la Concepción, bajo la cual figuraba la cifra del rey (III) y el lema virtuti y merito.

En la Real Cédula de 19 de septiembre de 1771 Instituyendo y Creando la Real y Distinguida orden española de Carlos III, este monarca, tan aficionado a las ordenes caballerescas, también quiso reseñar la coincidencia e incompatibilidades de esta orden con otras de la época. El rey y sus parientes inmediatos (caso del Infante Don Luis) no estaban sujetos a ninguna incompatibilidad de recibir las diferentes órdenes y portar sus insignias, no así ocurría entre la Orden de Carlos III y la de Saint-Espirit y la de Malta, mientras que si podía ser compatible la que nos ocupa con la del Toisón de Oro y la de San Genaro.

Las primeras insignias (collares, placas y cruces) las encargó Carlos III al insigne orfebre francés Robert-Joseph Auguste, y se concretaban en 50 collares, 30 placas de gran cruz y 150 cruces de caballero para el ojal de la casaca, todas ellas de oro y con un coste de 588.000 reales (Carta de Robert-Joseph Auguste, orfebre del Rey Luis XVI, aceptando el encargo de la fabricación de los primeros cincuenta collares y demás insignias de la Orden Española: París, 12 de octubre de 1771 (MECD, Archivo Histórico Nacional, FC-MAE)).

La imagen del Infante Don Luis que incorpora la mayor parte de las insignias de las Órdenes a que perteneció es el retrato de Antón Raphael Mengs atribuido a 1776 y que se custodia en el Museo de Arte de Cleveland. En esta magnífica obra se pueden observar con detenimiento tres bandas superpuestas cruzando su pecho, primero la del Espíritu Santo, sobre ésta la de San Jenaro y por último la de Carlos III (este es el único retrato en el que porta esta condecoración). De igual modo, lleva prendidas en la chupa la insignia de la Orden del Toisón de Oro y en la casaca las cruces de Carlos III y debajo de esta la de San Jenaro y la del Espíritu Santo, todas ellas realizadas en oro y diamantes. Se trata del retrato donde el Infante se muestra en la plenitud y apogeo de su vida cortesana, con un espectacular traje de seda plateada con brocados y bordados en oro y ataviado con las principales insignias: bandas y cruces.

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